Jorge Fernández Bengoa
Enrique Meneses llegó a entrevistar a Manolete. Con esto puede calcularse su larga trayectoria, hasta sus 82 espléndidos años. Desde aquella entrevista al malogrado torero, ha viajado a casi todos los rincones del mundo: ha sido corresponsal en India y Oriente Próximo, y ha trabajado en Life y Paris Match. Ha publicado numerosos libros y también ha trabajado en radio (“Los aventureros”) y en TV (“Robinson en África”).
El acto lo presentó Georgina Cisquela, periodista de larga trayectoria en TVE con programas como Miradas 2 y Cámara abierta 2.0, que se acerca al mundo de Internet. Ella conoció a Enrique Meneses hace tres años y poco después le hizo un programa dedicado a Enrique y su relación con las redes sociales, ya que él dispone de Flickr, Facebook, y pone al día a los lectores de su opinión a través de su blog www.enriquemeneses.com. Además colaboraron juntos para crear el documental “Oxígeno para vivir”. Finalmente, por su parte, Giuleta nos recomendó la lectura de “Hasta aquí hemos llegado”, donde Enrique llega a descubrir su lado más personal.
Al tomar la palabra Enrique se solidarizó con nuestro futuro laboral, pero nos recordó la sencillez del periodismo, cuya fórmula es “ir, ver, oír, volver y contar”, así el periodismo va a ser siempre el mismo aunque con más herramientas, donde los periodistas tendrán que arbitrar y seleccionar información entre tanta porquería. Para dar un ejemplo de la falsedad de algunas informaciones, cuya veracidad la prensa no verifica, nos contó la anécdota de la muerte de Manu Leguineche: la publicaron todos los periódicos de Vocento y él a través de una llamada a la casa de Manu deshizo la mentira con un twitt: “Urgente, urgente, Manu Leguineche leyendo un periódico en el jardín”. Nos confesó que ahora tenemos ciertas ventajas como periodistas, como es que tenemos mucha más facilidad para viajar, “hay vuelos cada dos minutos”. En cambio, en su época eran una tortura los aeropuertos árabes, por ejemplo. Él tuvo que recurrir a mil y una improvisaciones para trasmitir sus noticias, contó el caso de Cuba, donde una mujer llamada Piedad Ferrer le ayudó (a través de las enaguas de su falda, donde cosieron las películas) a llevar hasta París Match el secuestro del piloto automovilista Fangio. Lo malo ocurrió después cuando le encarcelaron las autoridades de Batista.
La vida del periodista da mil vueltas; en su caso, ha llegado a ser profesor de francés en una academia de El Cairo, donde por cierto se salvó de un naufragio. Cuando ya estaba en tierra firme fotografió el hundimiento y cubrió el reportaje escrito en francés. Con esto quiso señalar la importancia de los idiomas. Como segunda clave, él recomienda convertir los desastres en victorias: de un desamor en Cuba (“una chica me dejó colgado”) surgió la oportunidad de su vida: acercarse a los combatientes cubanos que fraguaron la revolución. Pasó cuatro meses en la Sierra con los revolucionarios, pero le expulsaron 8 meses antes de la victoria de Castro- nos reveló su comida con Ché Guevara cuando ya había sido nombrado ministro, quien le trasmitió el enfado de Fidel por una publicación en la que decía que eran comunistas los de la sierra. Aunque fuese cierto, creo desconfianza en los donadores de ayudas a los revolucionarios. Al margen de esto, él recomienda distinguirse de los militares. “Yo no he cogido un arma en mi vida”. Otra cuestión que nos sugirió es evitar todo tipo de masters, “los cuales cuestan un dineral”. El mejor modo de aprender es haciendo uno mismo, así se crean los free-lances.
Tres son las ramas que el periodismo nos abre, según Meneses: el chismorreo, el deporte y la de los corresponsales de guerra. Es ésta la que interesa a Meneses para el cual “se cobra poco y es muy arriesgado”.
Al cabo de media hora, la conferencia derivó hacia el mundo árabe. “Los terroristas y los dictadores son vasos comunicantes”. ÉL, que conoce mucho esos países, ha sacado sus conclusiones: las mujeres han hecho su propia revolución dentro de la revolución de la primavera árabe, el pueblo ha ido derrotar a sus sátrapas sin mencionar ni a EE.UU. ni a Israel (que permitieron, junto a Europa, esas largas dictaduras porque, aunque eran “hijos de puta”, eran “sus hijos de puta” que protegían contra el islamismo radical).
Antes del turno de preguntas, nos animó a anticiparnos a la prensa (antes de que nos llamen) y crear nuestro medio, a través de Internet. También nos dio a conocer, a través de una camiseta, el logotipo de su propio canal de televisión en Internet: utopianow.tv. Espera que no tenga el mismo futuro que Soitu, que desapareció tras pedirle dinero a un banco. Luego, inesperadamente, introdujo el tema de la moneda que él ha creado: el pichulín.
En el turno de preguntas, uno de los alumnos de 4º de periodismo le preguntó sobre las mujeres árabes. A continuación respondió sobre la independencia de los medios, en respuesta al compañero Eduardo. Se detuvo en algunas fotos (como la de los pastores vascos en EE.UU., la de Picasso junto a Dominguín o la de los noir indígenas, a los que pintaban un bañador para salvar la censura) que pudimos visualizar al tiempo que él hablaba. Respondió, aunque se fue por las ramas como es de costumbre (terminó hablando sobre su hija Bárbara, que vive en Australia), a la pregunta de cómo supo que el periodismo le llenaba. Opinó sobre el futuro del conflicto vasco: cree que el proceso contra la banda armada va para largo, y que los presos deben estar cerca de sus domicilios. La conferencia terminó con un caluroso aplauso a los dos ponentes. A lo largo de la charla, nos acercó cuestiones personales: los dos cánceres, su relación con su padre (que quiso que Enrique fuera diplomático) y con su hija Bárbara (que Enrique quiso que fuera periodista…).
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