jueves, 10 de noviembre de 2011

"Ignorancia, pedantería y frivolidad se dan la mano"













El autor hace un gran alegato a favor de la literatura, del libro. Para él es fruto del talento que Dios ha dado a algunos hombres, y debe de ser fuente de valores para la población, que en su gran parte, carece de ellos. Debido al sistema económico español, en el que la ciencia y el capital no se han consolidado, el arte y la ciencia son en España fenómenos secundarios.
Para el señor André, lo único que se busca en España al publicar un libro es el beneficio, y hace una mención aristotélica cuando expresa la idea de que el beneficio y la acumulación si no cuentan con más objetivos son algo vacío, no sirve para nada. Para él el arte y la ciencia son tratados en España como meros productos. Para André, a causa de los innumerables intermediarios entre el escritor y el lector existe poca producción literaria, a la que considera además, de baja calidad.




Critica a los escritores por no querer internacionalizar la obra española, hablando de España como no debería si se atañen a la realidad, como con paternalismo, y sin querer tratar en sus obras problemas de fondo del país. La literatura se devora a sí misma, consumiendo libros extranjeros alejados de la realidad que aquí se vive.
Para el escritor del artículo, los escritores deben de transmitir sus pensamientos a las masas, en lugar de hacerlo a pequeños grupos de población. Si se consigue llegar a las masas, llegará el día en el que las ideas en lugar de ser consumidas y olvidadas, permanecerán en la sociedad, y ésta las reproducirá. En este momento el público es persuadible y muy débil, que supone otra causa a las escasa producción intelectual. En este contexto, asume como imposible que se interioricen las ideas y pensamientos de los libros cuando son los propios escritores los que no se han habituado a hacerlo.
Para el escritor de éste artículo, los métodos y técnicas no conseguirán por sí mismos una mejor calidad intelectual, pero ayudarán. El germen está en la educación. La literatura española será menos fuerte cuanto más analfabetismo exista. La califica de elitista debido a que las únicas personas a las que consigue llegar son gentes de recursos, que han podido aprender a leer y escribir, cuestión reservada para unos pocos en España. Al ser un bien de lujo, la literatura tiene las manos atadas, no puede crecer ni desarrollarse. La inclusión de la creación intelectual dentro de un proceso mecánico (crear-consumir), en el que prima la rapidez y la búsqueda del mayor beneficio posible mata la creación, no existe originalidad.
Para André, la ignorancia no es sólo de los analfabetos, porque para él se extiende a todas las capas de la sociedad, incluyendo a la oligarquía. Parece según él, que lo que viene de fuera es siempre mejor, y no necesariamente es así. Para André la literatura extranjera no favorece la cultura, más bien lo contrario, ya que o bien es frívola o bien es revolucionaria, aunque eso sí, a bajo precio. Mientras, los grandes clásicos no se popularizan, y por ello la industrialización de la cultura no permite una buena creación literaria.
Algunos creen que el libro será absorbido por la revista y el periódico, que quien así desee, podrá dotarse del movimiento intelectual sin necesidad de acudir a extensos libros. Lo mismo podría pasar con la pintura y las obras gráficas asociadas a la imprenta, el no piensa así aunque critica al periódico y la revista porque considera que eliminan la creación y originalidad del artista, y es que entiende que la función de la revista y el periódico es agradar y distraer.
Vuelve a la literatura para decir que no existe en ella pensamiento crítico, el público busca novelas que en realidad no dicen nada importante o trascendente, o que no se haya expresado anteriormente, y es una de las causas que esgrime el autor para el rechazo de los lectores a la novela didáctica. Para André, el libro debe ser el vehículo a través del que discurran las diferentes corrientes intelectuales.



El libro está en crisis. Para él, el libro sólo es consumido, cuando debería servir de base para escribir nuevos libros. Una de las causas de la crisis del libro es la crítica que se hace de los mismos, o bien exagerando sus bondades o bien atacándolos sin compasión. Hace una gran crítica de aquellos que realizan las críticas literarias en un periódico, es decir, a los periodistas, porque dice que desnaturalizan las obras literarias. Engloba las causas de la crisis del libro en el bajo nivel de los escritores, de los que saben leer y de los periodistas. Afirma que el periódico no es capaz de entender y profundizar sobre los fenómenos sociales, ya que sus noticias son efímeras. Lo que sí que dice es que los periódicos son ventanas al mundo.
En cuanto a la revista, afirma que estudia fenómenos con mayor sosiego que el periódico, aunque las critica también al destacar que no existen revistas ilustradas de nivel. El fin de la revista, para André, es el placer y el entretenimiento, de ahí el auge que ha tenido la revista ilustrada. Le parecen vulgares los dibujos y bordados gráficos, porque restan texto, intelectualidad.
Hace una especie de contraposición entre el escritor y el periodista, afirmando que los periodistas son usurpadores.





Comienza a hablar más del periódico aunque lo hace para decir que, aun siendo el más importante, no es vehículo de la opinión pública ni de la conciencia social. Dice que el pensamiento en los periódicos está secuestrado por la oligarquía, lo cual generará tarde o temprano una crisis del periódico. Le parece que la escasa esfera social a la que se dirige, por culpa del analfabetismo, es muy escasa, aunque hace una defensa a ultranza de la prensa, afirmando que lo que hay que hacer es buscar un público nuevo que compre esos periódicos, enseñando a leer y escribir a la población, y una vez hecho esto nuevas creaciones podrán aparecer, así como un tipo nuevo de pensamiento u opinión. Esta opinión será más poderosa cuantas menos ataduras tenga, ya sean morales o económicas, y más libertad exista.





Considera a los periodistas que escriben en los medios de comunicación mercenarios, ya sea por presiones políticas o económicas, y afirma que la población no colabora en la opinión que un periódico desgrana, y siendo los problemas de la sociedad ignorados, no es posible que esta misma sociedad se interese por el periódico. Para él, por tanto, la prensa está también en crisis. Para él, si no existe una opinión fuerte basada en la sociedad y atada a ésta, no existirá tampoco progreso colectivo.



Explica que el periódico en España vive una contradicción, puesto que carece de poder mediático, poder de masas. El periódico debiera de ser un reflector de la sociedad, y de ella debería de nutrir sus páginas. El problema está en que no es así y se representan a sí mismos, no hay libertad en la prensa y esto hace que no haya intelectuales en la prensa, y los que hay están obligados a marcharse de España. Dice que el poder de la prensa radica en la libertad, no en el autoritarismo, por lo que no puede suceder que los periódicos se supediten al dinero y la política.
Para André, los periodistas pretenden monopolizar el pensamiento, y les califica casi como inútiles, al no ser válidos para ninguna otra profesión. El público consume basura intelectual, ya que los que trabajan en las redacciones lo hacen en unos casos por enchufe. Afirma que en España la mayoría de los oficios están a un nivel similar al del extranjero, exceptuando al periodista, y para atajar el problema alude a la necesidad de crear una escuela de periodistas, para que hagan su trabajo satisfactoriamente. Condena el aislacionismo de la prensa española, y considera que no es verdad que no interese, el problema es que no escriben nada que sea de fuera, y por tanto no puede interesar algo que no se escribe.





Critica la noción de actualidad que albergan los periódicos, y que muchas veces aquello que la prensa descarta por inactual, lo es, o es precursora de lo que está por llegar. Afirman que los periódicos sólo emiten noticias “de actualidad” que provienen del Gobierno, a los pocas que compran a las agencias y al plagio que hacen de otros periódicos extranjeros. Se hace una fotografía social distorsionada, y critica ferozmente la unión de prensa y política, considerando a la prensa altavoz del Gobierno y colaboradora en sus negocios.
Para una adecuación de la prensa española a las verdaderas necesidades de ella y de la sociedad, es necesario que llegue a todos los ámbitos, desde el pueblo más pequeño hasta cualquier país extranjero. La unión de prensa y policía, su dependencia de la oligarquía sólo retrasa la evolución social de la prensa.
Le asigna al Estado una posición tutelar, es decir, debe de garantizar la libertad de la prensa y apoyarla frente a las presiones industriales, y asigna al público una función relevante, la de cooperar con el periódico.


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